Experiencias en la berrea

experiencia en la berrea

 

Experiencias en la berrea según la becaria

Sonó el despertador a las 5 de la mañana. Apenas había dormido 4 horas, pero no tenía sueño. Me levanté con esa mezcla de nervios y entusiasmo que tanto me recuerda a cuando era niña y nos íbamos de excursión con el cole. A las 6.30 me esperaba Bárbara en Laviana, dispuesta a llevarme a un maravilloso y recóndito sitio donde seguro, disfrutaríamos del fenómeno de la naturaleza en que los machos de los ciervos elevan sus cornamentas y pasan la noche entera y parte de la mañana emitiendo ese sonido gutural tan característico de su celo.

Me subí al todoterreno y comenzamos el viaje dirección Rioseco. A los pocos minutos nos desviamos por un camino, que nos llevó a una pista de tierra, ya no se veían casas ni huellas humanas. Este recorrido nocturno en plena naturaleza con la luz de la Luna decreciente dejando ver los perfiles de las foces, formadas a los lados de un río, los árboles y la maleza…fue magnífico. Después de unos 40 minutos de trayecto en todo terreno, llegamos a la braña donde aparcamos y nos preparamos para la actividad con frontales, prismáticos, catalejo y cámara de fotos.

Comenzamos a caminar con el amanecer avisando de su salida tras los picos Cogollu y Guanalón. El ascenso en zig-zag por un camino de carrascos y cotolla, nuestro rumbo transcurría entre dos valles en los que retumbaban los ecos de la berrea. A nuestra izquierda escuchábamos a tres machos y a nuestra derecha a dos. Llegamos a un claro y tomamos unas fotos del precioso amanecer que renovaba el paisaje. Seguimos por un camino pedregoso que nos llevó al alto donde asentamos nuestro trípode con el catalejo y los prismáticos, ya había amanecido y un rebaño de cabras se movía hacia la ladera baja del monte. En nuestro frente escuchamos dos machos muy juntos berrearse uno al otro y de repente al lado de una peña de no más de 10 m lo vimos, un macho con una hermosa cornamenta, estaba solo, lo que nos dice, según explica Bárbara, que probablemente se tratase de un macho joven. Estuvo un buen rato contestándole a otro macho que andaba cerca y de vez en cuando nos miraba a lo lejos, como si percibiese la presencia de intrusos. Al rato pudimos ver también el macho con el que disputaba, este sí que iba con dos hembras y alguna cría.

A eso de las 11.00 ya apenas oíamos algún grito a lo lejos, así que dimos un paseo por la cresta disfrutando de una panorámica excepcional. A eso de las 12.00, comenzamos el descenso por el mismo camino, que parecía completamente diferente bajo el día claro. La bajada en todo terreno transcurrió también por el mismo camino, ésta vez pudimos identificar los árboles, que en su gran mayoría eran hayas, robles y castaños. Una bonita experiencia que me deja un gran recuerdo en la memoria.

Turka Turkando
La berrea según la becaria 
 

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